Por el maestro Ho She Po
(Traducción)
Mi amigo fray Josepho me vuelve a ceder generosamente su espacio en Libertad Digital para que muestre de nuevo al público español la delicadeza del haiku japonés. Estoy pasando unos días en su maravilloso país y, aparte de admirar las bellezas naturales y artísticas y de conocer a sus peculiares habitantes, me esfuerzo por adaptar las formas literarias niponas a los asuntos españoles. En esta ocasión, me ha parecido de un dramatismo extraordinario la reunión de Mariano Rajoy con Ángel Acebes, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, en la que este último recibió la noticia, demoledora para su imperiosa ambición, de que no iba a ir en las listas electorales al Congreso. Espero que les gusten los haikus que he compuesto sobre este episodio, que en mi país habría terminado, sin duda, con un harakiri.
Séptima planta.
De un despacho de Génova
sale un cadáver.
Qué paradoja:
el cadáver camina
con Esperanza.
En el despacho
dos personas se quedan.
Uno, con barba.
Sangre en la alfombra.
El barbudo, en gallego,
limpia la daga.
Una vez limpia,
viene un Ángel, solícito,
que se la guarda.
No dicen nada,
pero hay brillo en sus ojos.
Casi sonríen.
Y mientras tanto,
el ascensor desciende
con el occiso.
Para un cadáver,
siete plantas más sótano
se hacen eternas
Y sobre todo
compartiendo cabina
con Esperanza.
Pobre difunto.
Si lo sabe, se coge
el montacargas.
Es infrecuente
que un difunto se queje
como un chiquillo.
Desde el palacio,
se oyen ratas royendo
las ambiciones.
Embalsamado,
comparece el cadáver
ante la prensa.
En las pantallas,
pucheritos y lágrimas
de cocodrilo.
Raro difunto,
que a Moscú va de viaje,
vuelve y respira.
Ese, eme, ese:
Qué aburrido es un mitin
si uno está muerto.
Ciertos cadáveres
necesitan a veces
más homicidio.